¿Por qué es tan clave?
Porque la respiración es lo más portable que tenemos, la llevamos a todas partes.
Mientras vivimos y hacemos nuestras actividades diarias, respiramos. Cuando meditamos, también. En ningún momento dejamos de respirar y es por eso que vamos a usar nuestra respiración como un ancla para volver a nosotros mismos cada vez que nos distraemos o se nos va la cabeza.
Cuando respiramos, lo hacemos sin darnos cuenta. Simplemente respiramos: no tenemos que pensar para respirar, lo hacemos de manera inconsciente.
Una de las prácticas para ganar concentración es enfocarnos en la respiración.
El maestro Zen Thich Nhat Hanh propone distintos gathas (versos cortos) que sirven para guiar la meditación. Todos son sencillos y sirven para traer la atención cada vez que se nos va la cabeza: “Inspirando, sé que estoy inspirando – Exhalando, sé que estoy exhalando”
Otro de los recursos que podemos usar para volver a la respiración, es decir mentalmente: “Inhalo – Exhalo” o “Adentro – Afuera”.
Este tipo de notas mentales nos ayudan a volver a la respiración cuando se nos va la cabeza, aparece algún pensamiento o plan pendiente.