Cuando volvemos nuestra atención al momento presente, cuando nos detenemos a apreciar con atención lo que estamos viviendo, oliendo, mirando, degustando aquí y ahora, se enciende la chispa de la curiosidad.
Podemos explorar la posibilidad de ser curiosos y dejarnos sorprender. Cuando estamos en piloto automático, no le damos lugar a la curiosidad. Encender la chispa de la curiosidad nos acerca un antídoto para el aburrimiento.
Ser curiosos aumenta nuestras ganas y nuestro entusiasmo por conocer aquello que nos rodea.